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Historia clínica
- La historia clínica es la piedra angular de la evaluación de la astenia. El médico debe obtener información detallada sobre la duración y la intensidad de la astenia, así como cualquier síntoma asociado, antecedentes médicos, medicamentos actuales, hábitos de sueño, dieta, actividad física, estrés emocional, entre otros. Es importante preguntar sobre la progresión de la astenia, los factores desencadenantes y cualquier cambio en el estado de ánimo del paciente.
Examen físico
- El examen físico completo es importante para identificar signos o síntomas que puedan sugerir una causa subyacente de la astenia. Se debe prestar especial atención a signos de pérdida de peso, palidez, sudoración, alteraciones en el estado mental, alteraciones en la piel, ganglios linfáticos, entre otros. Además, se deben evaluar los signos vitales, la presión arterial, el pulso, la temperatura y la saturación de oxígeno.
Pruebas complementarias
- Según la sospecha diagnóstica, se pueden solicitar pruebas de laboratorio como hemograma completo, perfil bioquímico, pruebas de función tiroidea, pruebas de función hepática, pruebas de función renal, entre otras. También se pueden realizar pruebas de imagen como radiografías, ecografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas, según la orientación clínica.
Evaluación psicosocial
- Es importante considerar los factores psicosociales que puedan estar contribuyendo a la astenia, como el estrés, la ansiedad, la depresión o situaciones de vida estresantes. La evaluación psicosocial puede incluir cuestionarios específicos y la derivación a un profesional de la salud mental si es necesario.
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