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Audición, conducción ósea y aérea

Evaluación auditiva

  • La indicación más común de evaluación auditiva es por sospecha de hipoacusia. Existen diferentes métodos para evaluar la audición, y va a depender básicamente de la edad y la colaboración del paciente qué método vamos a elegir. Los exámenes en general se complementan entre sí, ya que investigan la función de la vía auditiva en forma global o de alguno de sus componentes. Podemos cuantificar en forma aproximada la audición en la consulta, estando estandarizado que las percepciones corresponden a:
    • Voz cuchicheada: 30 decibeles (dB)
    • Voz normal: 40-60 dB
    • Voz alzada : 75 dB
    • Voz gritada : 90 dB
  • Cuando queremos hacer una medición más objetiva se pueden efectuar diferentes exámenes:
    • Uso de Diapasones
    • Audiometría
    • Impedanciometría
    • Emisiones otoacústicas
    • Potenciales evocados de tronco cerebral (BERA).

Hipoacusia

  • En caso de presentarse disminución de la agudeza auditiva, bien sea porque el paciente refiera esta condición, porque se haya realizado un diagnóstico con prueba de diapasones o, en su defecto, por una audiometría, se debe contrastar con pruebas específicas para hipoacusia el origen de esta. Hay dos pruebas básicas para la evaluación de las hipoacusias; sin embargo, antes de ejecutarlas es importante distinguir su clasificación.
  • Las hipoacusias pueden ser de dos tipos:
    • Sensoriales, cuando el afectado es el nervio y, por lo tanto, no se percibe adecuadamente el estímulo sonoro; y de
    • Conducción, cuando la alteración se debe a la forma en la que el estímulo sonoro llega al nervio. Hay dos formas de conducción: ósea y aérea.

Prueba de Weber

  • La prueba de Weber: evalúa la conducción ósea, pues a través de un diapasón ubicado en el centro de la cabeza o en el entrecejo, o incluso en el centro del maxilar superior, exploraremos si la transmisión de la vibración es perceptible en ambos oídos por igual; en este caso, no se llamará lateralización, siendo positiva la prueba (anómala) con lo que interpretaremos lo siguiente:
    • No hay percepción en ninguno de los dos oídos, por lo que podríamos pensar que hay una hipoacusia sensorial o hay alteración en la conducción ósea bilateral.
    • Hay lateralización a un oído, con lo que podríamos pensar que el oído contrario presenta una hipoacusia sensorial o hay una alteración en la conducción ósea hacia él.
    • Hay lateralización a un oído, con lo que podemos pensar que dicho oído tiene una sensibilidad aumentada porque haya taponamiento por cerumen en este, o alguna condición que aumente la sensibilidad de dicho oído; por ejemplo, en casos que en el otro oído haya una lesión del tímpano y la audición se vea disminuida.

Prueba de Rinne

  • La prueba de Rinne: esta prueba nos permitirá distinguir la hipoacusia por conducción y si su origen es óseo o aéreo, dado que se entiende que la transmisión aérea siempre será mayor a la ósea, siendo la prueba positiva cuando la transmisión aérea es mayor a la ósea, es decir, cuando es normal:
    • Primero haga vibrar el diapasón y coloque la punta sobre la apófisis mastoides.
    • Pídale al paciente que cuando deje de percibir el sonido, le informe; en ese momento pase a la vía aérea, colocándolo a 2 o 3 cm del oído; pregúntele al paciente si lo escucha. Lo normal es que el paciente lo vuelva a oír, indicando que la conducción aérea es mayor a la ósea.
    • En ese caso se puede realizar la prueba de Schwabach o Rinne comparativo, en la que el diapasón se pone en el oído del evaluador para verificar que sí siga siendo audible; esto es útil solo si la audición del observador es mejor que la del paciente. Si en el paso inicial el paciente no escucha por vía aérea, pero sí por vía ósea, es muy probable que haya una obstrucción del conducto auditivo externo o una lesión del tímpano, en cuyo caso la prueba es negativa. La mejor forma de verificar cuál de estas alteraciones está presente, es realizar una otoscopia directa.

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